"A veces es preferible no saber" me dijeron un día pero, el simple echo de pensar que alguien te está ocultando algo o simplemente no te lo quiere contar duele, más aun cuando se trata de la persona que te gusta, la persona a la que quieres.
Cuando uno empieza a oír palabras sueltas, a enlazar acontecimientos, hechos, escuchas y palabras, saca conclusiones, le encuentra un sentido a todo, una solución al enigma, aunque no siempre es la correcta o la que te hubiera gustado que fuera, sino que hay veces que puede que sea falsa o simplemente fruto de tu maldita e inoportuna imaginación pero, al no tener un libreto de soluciones, ni nada con lo que compararlo no sabes si has dado en el clavo o si simplemente te has equivocado. Te pasas los días, las tardes y las noches dándole vueltas, pensándolo... Te despiertas por las mañanas pensando que quizás, solo quizás todo ha sido tan solo una horrible pesadilla, un mal sueño pero, según pasan las horas, le miras a los ojos y el día va tomando su comienzo te das cuenta de que todo era real, que estás hundida, pensando que la persona a la que quieres quiere a otra o mantiene una relación con otro individuo o, lo que es peor, mantienen relaciones de contacto entre sus pieles, entre el calor que desprenden sus cuerpos desnudos al estar juntos... Cuando te das cuenta de todo lo que te está llevando a pensar el simple hecho de que te oculten algo y saques tus propias conclusiones, te sientes mal, triste, el mundo entero se te cae encima, te sientes insegura, desprotegida, débil, que hay algo que no estás haciendo bien, que quizás tendrías que ser de otra manera. Cuando te encuentras en esa situación te entran ganas de coger un cuchillo y decir adiós, de abrir la ventana y tirarte de cabeza al vacío, al final del simple trayecto. Pero entonces piensas que no deberías rendirte, no tan rápido, no así de fácil; intentas levantarte pero no puedes, la masa de tu mente es más pesada que ninguna otra y tus lágrimas no pueden parar de brotar como horribles gotas de lluvia en medio de una tormenta tropical; lo intentas y lo vuelves a intentar pero no puedes, te es imposible, sientes que la cabeza te va a estallar, y en realidad te gustaría que así fuera, necesitas desahogarte pero no sabes ni como ni por qué, ya has intentado tantas cosas... pero claro, no quieres que nadie se vea salpicado con tu mierda y no quieres que nadie sienta lástima por ti y sola en camino y la trayectoria se te hacen más largos, más duros..
Entonces llega la peor de todas las fases, te pones a pensar, a recordar, a mirar atrás en el tiempo, en tu infancia, en lo mal que lo has llegado a pasar y te da un bajón del tamaño de una galaxia, lloras más y más, las lágrimas son inagotables y ya ni te puedes calmar, la bomba ha estallado. Si alguien te encontrara en esa situación, probablemente no sabría distinguir entre tus rostro y tus lágrimas.
No se te ocurren soluciones positivas, o sí, para ti lo son pero, probablemente para el resto del mundo no; el dolor físico puede llegar a calmarte, sí, pero a su vez, puede tener en ti el efecto contrario: psicólogos, gente que te mira como si estuvieses loca o enferma, todo el mundo encima tuya continuamente...
Optas por otra opción bastante más sencilla, más fácil, sin efectos rebotes la forma con la que acabar con todo, rendirse y decir adiós. En ocasiones es doloroso sí, pero nada insoportable, de hecho, el dolor psicológico y mental que se tiene a veces puede ser incluso peor, en realidad es un dolor corto, rápido, un dolor que acaba en el mismo instante que tu vida acaba, que tus problemas acaban. Piensas en la gente que se vería afectada con tu muerte o desaparición de que no hay nadie, absolutamente nadie y lo sabes, así que para dejar el sufrimiento a un lado y acabar haciendo lo que quieres sin molestar a nadie, dejando de llorar y de pasar malos ratos te vas, sin decir adiós, porque no te hace falta, simplemente te vas, para siempre, y ya no hay vuelta atrás.
Perdida.
-Si te perdiste búscate, no hay otra solución, encuentrate entre tus lágrimas, y dile adiós al perdón.
jueves, 22 de octubre de 2015
saber o no saber, consecuencias.
domingo, 18 de octubre de 2015
Rachas.
"A las malas rachas, las buenas las persiguen" me decían. Hasta que me di cuenta de que todo era mentira, de que en realidad después de estar un año entero día mal sí y día también igual llegaba uno, o dos días buenos a los que, si te apetecía podías llamar buenas rachas pero, que eran tan cortas que no podían ni siquiera denominarse así, que únicamente eran días en los que la suerte había llamado a tu puerta, como cuando te toca la lotería, pero el dinero no dura toda la vida y éste no te da la felicidad, conque la alegría es momentánea, insignificante, prácticamente algo de lo que te acordarás siempre de forma mucho más exagerada. Pues esas "buenas rachas" son iguales, igual de insignificantes, te acuerdas de ellas con alegría pero sabes que en realidad no fueron para tanto. Con el paso de las horas y los dias te vas dando cuenta de que el tiempo se te echa encima y no has tenido suficientes momentos alegres de los que hablar mas adelante a la gente cuando les cuentes tus historias de crío, "si esque tienes a quien contárselo" te dice tu subconsciente, porque sabes que acabarás mas sola que la una. Esos momentos en los que te pones a pensar y te das cuenta de que lo mejor sería decir adiós, hasta luego o más bien, hasta nunca, porque te apetece dejarlo todo y a todos para no volver a ver la luz del sol nunca más.