Cuando estaba a su lado todo eran risas y bromas, el tiempo se le pasaba volando y, no había una tarde igual.
En cambio, cuando no estaban juntos ella sentía la infinita necesidad de hablar con él que pasarlo bien, de reír, de olvidarse de todas sus preocupaciones. Si hablar con él le era complicado, les contaba anécdotas vividas con él al resto de la gente o sus gustos o las grandes tonterías que hacía.
Si se enfadaban, el mundo entero se le venía abajo y lo pasaba bastante mal.
Ella le quería pero, no estaba segura de cómo. No sabía si todos aquellos sentimientos que se le acumulaban eran tan solo porque era su mejor amigo y, como lo había pasado bastante mal pues sentía que junto a él estaba protegida, que no le pasaría nada porque él la cuidaría siempre. Por otra parte pensaba que, quizás estaba empezando a enamorarse porque, aunque a veces le había gustado alguno, nunca el sentimiento había sido tan terriblemente grande como para denominarlo así. En realidad, ella no sabía qué era enamorarse, no estaba ya segura de nada, lo único que sabía era que aquello era una sensación totalmente nueva que no había vivido nunca y, que en el fondo, le hacía sentir bien y a gusto.
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