Sentirse diferente, rara, incómoda con la gente que le rodeaba.
Eso era lo que le pasaba a ella. Desde bien pequeña le habían gustado cosas muy distintas al resto y había crecido de forma diferente a las que se consideraban sus amigas. Desde bien pequeña había sido criticada por las chicas por gustarle el fútbol y no sentarse en una escalera a apuntar normas, había sido criticada por disfrutar de su propia vida como a ella le gustaba, por hacer cosas con las que se consideraba a gusto.
Desde bien pequeña había sido excluida e insultada con insultos como "marimacho" "eres un chico", insultos que a simple vista parecen pequeños pero, que cuando apenas tienes siete años te marcan y te dejan echa polvo.
Ella siempre se había considerado "diferente y especial" como la decía su entrenadora pero, había veces que no le gustaba ser tan diferente al resto, había veces que se odiaba a si misma por todas las cosas que le sucedían.
"Es que eres una exagerada" "ala chico, que no ha sido para tanto" "¿pero por qué te mueves tanto al reírte" "¡deja de hacer aspavientos!" le decían y ella, aunque tan solo fuera a broma o por su propio bien, se los tomaba a mal, se sentía frágil, pequeña, inútil.
Sentirse rara, diferente a la gente que la rodeaba, ya se había convertido en costumbre pero, no por eso había dejado de doler.
Perdida.
-Si te perdiste búscate, no hay otra solución, encuentrate entre tus lágrimas, y dile adiós al perdón.
miércoles, 5 de agosto de 2015
Diferente, rara.
lunes, 3 de agosto de 2015
¿Qué es estar enamorado?
¿Qué qué es estar enamorado? ¿qué que se siente? no lo sé, supongo que
sientes que cuando estas con él ves el mundo de una forma totalmente distinta, que cuando estás con él todo es mas alegre, que puedes confiar en él para lo que quieras, que necesitas saber qué tal le va, qué es de su vida, hablar con él, reirte con él, llorar con él, que te consuele, que te de su opinión ante la vida...
Que sientes que te encantan sus abrazos, sus saludos improvisados, su forma de ayudarte con lo que te gusta, de apoyarte cuando ni tus propios padres lo hacen, de darte ánimos, de hacerte creer que puedes comerte el mundo, de tranquilizarte cuando te pones histérica o cuando vas borracha, de ayudarte a no hacer las cosas que odias porque sabe que van en contra de tus principios...
Que sientes que cada día lo ves más guapo (aunque al principio te pareciera feo), que tiene un cuerpo de escándalo, que te encantan sus bromas, que se deje pegar por ti, que no se haya quejado nunca de tu peso, que te haga sentir más delgada y más guapa, que nunca te haga ver tus defectos, por muy numerosos que sean...
Que también sientes que cuando estás enfadada con él es como si se te acabara el mundo, que no hubiese nada más, que la vida se te hubiese terminado...
¿Qué que es lo que realmente se siente? no lo sé, es eso, sí, y un millón de cosas más.
sábado, 1 de agosto de 2015
Su realidad.
Se acomodó en la terraza y se encendió un cigarro. Miró a su alrededor pero, no le gustó lo que vio. Al mirar a su alrededor y no haber nadie, se sintió muy sola, sin compañía y, se dio cuenta de que el futuro que la esperaba sería parecido.
Bien cierto era que las cosas habían mejorado desde la última vez que se encontró mal psicológicamente pero, también era bastante cierta la realidad que había vivido a lo largo de toda su vida, la soledad.
Siempre se había visto sola, sin amigos, sin compañía o gente que la apoyase.
Desde bien pequeñita había llorado mucho esa soledad que la rodeaba y que la abrigaba en los días de calor. Nunca le había resultado agradable la noche porque eso significaba irse a dormir y encontrarse su propia realidad tumbada junto a ella.
Ella había madurado de pensamiento mucho antes que el resto de sus amigas y, por eso todas siempre habían confiado en ella pero, ¿ella en quién había podido confiar? En nadie. Esa era su más cruel y absoluta realidad. Siempre que había confiado en alguien la habían acabado engañando.
Con el paso del tiempo la gente llegaba y se iba, pero solamente una persona se quedaba, su mejor amiga, alguien con quien podía hablar de cualquier cosa y en cualquier momento pero, alguien con quien no le servía de mucho hablar teniendo en cuenta que no había vivido ninguna experiencia realmente dura, por eso seguía encontrándose igual de mal o peor por, meter a alguien en sus problemas, alguien que encima no podía hacer nada para solucionarlos o apoyarla.
Sus padres habían sido siempre su único punto de apoyo pero, a su vez alguien a quien le costaba decirles o contarles las cosas puesto que seguían siendo sus padres al fin y al cabo.
Ya cumplidos los 15 conoció a otras dos personas en quien supo que podía confiar pero que, aún así de vez en cuando le fallaban y, que, además no conocían su realidad, su vida, lo que había sido de ella a lo largo de su infancia, lo que le había echo madurar así de pronto, la de palos que se había llevado y por los cuales había decidido que no merecía la pena llorar o lamemtarse, que no merecía la pena mostrarles al resto su dolor o su pena, su sufrimiento, lo que realmente sentía.
Y esa fría tarde-noche de agosto decició y asumió que así seguiría su vida, sola, sin gente que la acompañara, sin nada con ella, sin un bastón en el que apoyarse o un hombro en el que llorar porque, esa era la historia que alguien había escrito por ella y que por mucho que se esforzase no conseguiría cambiar.
Desconocimiento
Ella se dividía, unos días salia con un grupo de gente y otros días con otro, además tenía que tener disponible parte de su tiempo para su novio y sus padres. Muchas veces se le enfadaban porque no iban con ellas, porque dedicaba demasiado tiempo a unos a otros o a los del más allá.
Nadie se daba cuenta de la realidad que estaba viviendo, de que de tanto dedicarle tiempo a los demás no le quedaba tiempo para ella, para sus cosas, para disfrutar de su propia vida, para vivir.
Pasaba tardes llorando pensando en qué había echo mal para merecer todo aquello, para tener que dividirse tanto que no le quedara tiempo para hacer planes con la única compañía de su sombra. "¡Bah! Para eso ya tiene la noche cuando duerme, o la tarde cuando se echa la siesta" Pensaba la gente pero, no era así, en realidad esos momentos que parecían suyos no lo eran y estaban ocupados por sus pensamientos, los cuales iban dirigidos a todo el que estaba cerca suya.
No estaba a gusto ya ni consigo misma, no se gustaba, más bien, se odiaba y, a su vez, odiaba a todo el que la hacía odiarse. Había pasado por muchos palos, se había caído muchas veces pero, todas ellas se había levantado, se había sacudido el polvo y había seguido adelante.
Tenía demasiados problemas pero, el mayor de todos era aquel que menos parecía, sabía que había algo que todos sabían menos ella, no sabía por qué se lo ocultaban, no sabía absolutamente nada pero, a su vez creía saber de que se trataba todo, de ella. Pensaba que la odiaban , que no la querían, que estaban buscando el mejor momento para darle la patada, para echarla pero, no era así. En realidad, no le querían contar nada porque sabían que le haría daño, y que no sabría superarlo aunque, mucho más daño la estaban haciendo al no decirla nada, al ocultárselo y, no solo la hacían daño a ella sino, también a su amistad, la cual se separaba por cada segundo que pasaba ocultándole la realidad.
Así que recuerda:
El desconocimiento de las cosas es el peor de los problemas.
El saber que has echo algo mal pero no estar segura de qué puede llegar a poder contigo, a separarte de la gente con la que realmente estás a gusto, a hacerte hacer tonterías.
El descubrir que hay algo que te ocultan y que saben todos menos tú puede matar tus nervios, descomponerte por dentro.