Blanco o negro le decían.
¿Y por qué no gris? Se preguntaba ella continuamente.
Las respuestas no llegaban y su corazón cada día que pasaba se dividía más.
Esa triste elección le llevaba martirizando a lo largo de su bastante poco preciada vida.
Cuando era pequeña esta situación se le presentaba a la hora de elegir juguetes para Navidades, juegos, etc. O elegía una cosa o elegía la otra pero nunca podía elegir ambas a la vez y eso le hacía llorar.
Según fue creciendo, se dio cuenta de que esas elecciones que tanto la preocupaban, eran mínimas.
Poco a poco tuvo que ir eligiendo sobre asuntos de mayor complejidad y, a ella nunca le había gustado elegir, siempre que tenía que hacerlo temía equivocarse o cagarla, tenía miedo de defraudar a aquellos que la rodeaban.
Un mal día le llegó la peor de todas las elecciones, una muy amiga suya la dijo "si te vas con ella, no te me acerques". Aquella frase la dejó marcada, lloró toda la noche y, cuando por fin pareció que sus ojos ya no podían soltar más lágrimas una nueva oleada cayó. Su almohada se convirtió como muchas otras noches en su único consuelo, su diario secreto. Si algún día la almohada hablase y contase todas las noches que había sufrido con ella nadie se lo creería, nadie nunca habría pensado que la iba tan mal ya que siempre una sonrisa había disfrazado su rostro.
Ella no quería elegir; blanco o negro se decía pero, ¿por qué no gris? se lamentaba. Si elegía al blanco, se alejaría del negro y viceversa y, es que ambas habían llegado a ser tan importantes en su vida que, no podía elegir, no podía limitarse a perder a una de sus mitades.
Se preguntó qué había hecho para acabar en aquella situación, entre la espada y la pared. "No es culpa tuya" intentaba decirse a sí misma frente al espejo pero, el sentimiento de culpabilidad era mayor aún por momentos.
Se cuestionó cómo dos personas que juntas habían llegado a ser inseparables ahora podían odiarse tanto entre ellas; cómo dos que habían llegado a ser uno volvieran a ser dos; cómo el gris había podido convertirse en tan solo blanco y negro.
Preguntó a sus amigas qué hacer, cómo solucionar aquello y éstas, que nunca se habían visto en aquella situación, no sabían que decirla cómo ayudarla.
Unas se limitaron a no responder, otras a apoyarla hiciera lo que hiciera y alguna la dijo: " está claro, ponerte en esa situación no es de ser precisamente una buena amiga. Sabes qué tienes que hacer, otra cosa es que no quieras" Aquellas duras palabras la hicieron llorar aún más. Sí, tenía razón pero, una persona que tanto la había aguantado merecía otra oportunidad. Lo que sus amigas no entendían era que tanto blanco como negro la habían apoyado tanto que era incapad de elegir, no podía dejar a ninguna de lado porque, se vería medio vacía.
A la mañana siguiente se iba y, no quería marcharse sin antes haber arreglado aquello, ni haberse despedido o dicho adiós a esas muchachas que una vez tanto la habían aportado y de una sola tirada tanto la hicieron entristecer y llorar.
Todas aquellas risas y momentos vividos junto a ellas se habían perdido por culpa de un mal entendimiento, de una tonta discusión que las había enfrentado y que las había separado de ella.
Las horas pasaban y la autoestima de la pequeña iba a peor, cada vez se sentía más culpable y eso la estaba matando, en un par de horas ella marchaba y aun no había solucionado nada, no, no estaba dispuesta a irse a su ciudad para no volver hasta el verano sin antes hablar con ellas, sabía que si no lo hablaban ella, ya no solo las echaría en falta sino que, también se sentiría mal y muy culpable por todo lo sucedido, aun sin tener culpa de nada.
Ella tan solo buscaba una respuesta, las lágrimas resbalaban por sus mejillas, lloraba en silencio oculta en el servicio.
Entonces su mano vibró, una, dos, hasta tres veces, eran mensajes de Negro, entrando en razón e intentando disculparse poniendo pequeñas escusas. Las lágrimas dejaron de salir de sus pequeños ojos y una media sonrisa empezó a dibujársele, no era una sonrisa entera porque aún le faltaban respuestas de blanco, necesitaba saber que opinaba frente al asunto, si estaba dispuesta a hablar con negro para arreglarlo, para solucionar un conflicto que las estaba distanciando cada vez más y más.
Estaba cansada, había dormido poco y mal comiéndose la cabeza, llorando y buscándole respuestas a ese maldito tema que la estaba matando, poco a poco.
Su cuerpo, que hasta aquellos momentos se había mantenido despierto y atento a todo lo que le rodeaba en aquellos instantes empezó a flaquear y a sentirse cansado. Parecía como si hasta que su mente no se hubiese relajado su cuerpo no lo había hecho
Su móvil volvió a vibrar, era blanco, esperaba que si que estubiera dispuesta a solucionar las cosas ya que en parte, se había metido en aquel lio por ella, por defenderla, por luchar por su nombre.
Por ella casi había perdido a otra gran amiga, pero, lo que había hecho no era ni la mitad de lo que hubiera estado dispuesta a hacer.
Por su gente, estaba dispuesta hasta a matar porque, si había algo que no soportaba era que sus seres queridos estuvieran pasandolo mal. A veces, este comportamiento tan propio de ella la hacía sufrir y llorar pero, eso no la importaba realmente.
Leyó el mensaje y se llevó una gran satisfacción, blanco había aceptado. Sonrió, pero esta vez de forma absoluta y completa. Hablaron durante minutos, quizás horas, la tristeza, la duda, la inseguridad, la soledad y el dolor habían desaparecido y la felicidad se habría paso entre miles y miles de lágrimas.
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